jueves, septiembre 24, 2009

DEMASIADO TARDE

Mientras bebo un poco más,
algunos perros ladran endemoniados a las sombras esquivas de la noche,
la radio suena lenta y rigurosa por el blues,
y algo parecido a la muerte susurra en mi nuca.

Entonces mi vaso y yo continuamos en esta hermosa vorágine,
Que no importa demasiado.

Día a día sigo el paso en una actuación mortal por la ciudad de los muros.

Y mientras soy aplastado en los buses,
Pienso en el extremo del mundo,
En el humo de las fábricas,
En las mujeres,
En las bombas atómicas,
En los bares,
En mis hermanos,
En las mesas vacías.

La ciudad se va construyendo sobre un enorme cementerio de almas,
Nacen nuevas odas al concreto,
Autos y muertos se encaminan,
Uno detrás de otro,
Como una enorme fila de hormigas que atraviesan el cuerpo de un animal muerto,
Devorando pedazos de carne en su éxodo,
Mutilando al cadáver.

Entonces mi vaso y yo continuamos extinguiéndonos de alguna forma,
Y el mundo me considera más horrendo,
Más infiel,
Pobre de espíritu,
Enfermo, loco, infectado, cadáver,
Demasiado débil para golpear al infinito,
Definitivamente algo no funcionó de acuerdo a lo solicitado por los manicomios.

Encontrar la respuesta a la desesperación no es fácil,
Tal vez hoy beba un poco más.

miércoles, septiembre 23, 2009

LAS ARAÑAS DE MI MUERTE

Siento como sus mandíbulas cortan mis entrañas en una sinfonía esquelético muscular,
Se internan en mis órganos y se alimentan de existencia,
Sus hebras rodean ferozmente mi cerebro,
Y así me conduzco a mitad de la noche en una extensa soledad boreal.

Las arañas usan metáforas de viento,
Escucho sus susurros,
Sus crímenes y sus amores de viudas negras.

Puedo sentir sus venenos entre mis venas,
Sus cuerpos henchidos por flemas rojas,
Que protegen un amor secretamente fusilado.

Las he oído cantar con el corazón triturado y triste,
En noches inacabables de cerveza y blues,
Reposan al borde de mi cama,
En mi cráneo,
Sobre mi boca,
Hundiéndose lentamente en la marea del sueño ebrio de Dios.

Las arañas pronto abandonarán mi cuerpo,
penetrando a través de mis ojos,
Otras atravesarán mis heridas,
Cortando las carnes con sus mandíbulas de acero,
Brotarán desde mis costillas como mujeres salvajes que abandonan el paraíso,
Luego de haber comido todas las manzanas de Dios.

Las arañas de mi muerte escapan con sus cuerpos ardientes de veneno,
Marchan fuera de mi universo,
Atravesando rezagos orgánicos,
Ahora son sólo un ejército de arácnidos cruzando las paredes que esconden mi muerte,
Marchan sobre el crepúsculo del amor,
Entre las sombras,
Desde mis manos,
Oscurecidas,
Venenosas,
Como poesía.