I
Entre paredes marginales se espanta de los ruidos, caminando zigzagueante, tropezando con ella misma, con sus ropas destruidas, borracha de dolor, mientras las esquinas la recuerdan, y los hoteles baratos se atiborran de mujerzuelas de lenguas rojas.
Ella lo sabe, su cara triste la delata, rota y en mil formas se desperdicia por el mundo volcánico, inflamando sus alas oscuras, adormecida en boreales orgías, llena de soledades en sus manos, vomitando piedras y troncos, ebria y de manera infragante entre los infiernos más puros.
II
Manos que recién vuelven, tras el toque de mis vagabundas huellas,
remolino cáustico de perfumes exóticos,
venenos en mis ojos de vistas perdidas,
tóxicos regocijos embriagantes,
colores extemporáneos
figuras, símbolos, formas simultáneas,
caminando cerca de las sombras,
reteniendo el aire y sintiendo la desesperación como un lento vicio que te come la piel, entre vientos de licores fuertes que se estrellan sobre mi garganta cortada, como filos mareados de muerte.
III
Dolores tiene los ojos muertos,
y sus piernas caminan perdidas en calles oscuras,
ella alumbra hijos muertos de pesadillas,
niños de manos pequeñas que dulcemente se llevan su vida que fue echada en soledades púrpuras.
Dolores se corta el vientre,
intentando quizá matar los malos tiempos,
reventando en sus abismo lágrimas tristes,
ahora se sienta, y espera a sus soledades,
que la matarán en los otoño de abril, partiendo en principio desde lejos
con sus rodillas cortadas, con todo lo de siempre.
AL ACER LA TARDE
Hace 16 años.